miércoles, 23 de mayo de 2007

La bioenergía en la mira de la ONU

La producción de fuentes energéticas alternativas y fundamentalmente, sustentables es uno de los temas que ocupa la agenda internacional. Y como el tema levanta polvareda especialistas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) analizaron sus puntos a favor y los que le juegan en contra.

A través de un informe pormenorizado, el organismo internacional advirtió que el rápido crecimiento de la bioenergía ofrece muchas oportunidades, pero también implica peligros y concesiones. Atento a esto es necesario estudiar en detalle su impacto económico, social y medioambiental antes de decidir con qué rapidez desarrollarla y que tecnologías, políticas y estrategias de inversión seguir.

El trabajo, elaborado por UN-Energy -un grupo compuesto por todas las agencias de Naciones Unidas que trabajan en el campo de la energía- se llama “Energía sostenible. Un marco para la toma de decisiones”. Su objetivo es garantizar que “se resuelvan las necesidades energéticas de la población al tiempo que se protege el medio ambiente a nivel local y mundial”.

En el trabajo se destaca la significativa la cantidad de beneficios que presenta la bioenergía en relación a la mitigación de la pobreza, el acceso a los servicios energéticos, el desarrollo rural y las infraestructuras rurales. Asimismo analiza el impacto potencial de la bioenergía sobre la seguridad alimentaria, el cambio climático, la biodiversidad y los recursos naturales, el empleo y el comercio. Igualmente identifica los puntos clave que los responsables de la toma de decisiones necesitan considerar.

“A menos que se establezcan políticas para la protección de espacios amenazados, se garantice un uso socialmente aceptable de la tierra y se desarrolle la bioenergía de una forma sostenible, el daño social y medioambiental puede en algunos casos superar los beneficios”, señala el documento. En una referencia al uso de determinados cereales como materia prima en la producción de bioenergía, UN-Energy indica que “en general, es necesario evitar los cultivos que necesitan un alto aporte de energía fósil (como los fertilizantes tradicionales) y de tierras de labor de calidad y que presentan un bajo rendimiento energético por hectárea”. Según el informe de la ONU, incluso los cultivos bioenergéticos “sostenibles” pueden tener un impacto negativo si sustituyen a los bosques primarios, lo que conlleva “la producción de elevadas cantidades de carbono procedente del suelo y la biomasa forestal, eliminando así cualquier beneficio de los biocombustibles durante décadas”, advierte el informe. Para minimizar las emisiones de gases causantes del efecto invernadero asociadas a la producción de bioenergía, los responsables políticos necesitan proteger los pastizales silvestres, los bosques primarios y otras zonas de alto valor natural, según recomienda UN-Energy.

Los gobiernos deben igualmente potenciar la producción y gestión sostenible de la bioenergía. Es necesario establecer un sistema internacional de certificación que incluya la comprobación de emisiones de gases que producen el efecto invernadero, con el fin de garantizar que los productos bioenergéticos –en particular los biocombustibles-, cumplen las normas medioambientales en todo el proceso de producción. Las ventajasEl mercado de las materias primas para el biocombustible ofrece oportunidades nuevas y en rápido crecimiento para los agricultores, según el informe: “la bioenergía puede hacer que los servicios energéticos lleguen de forma más extendida y barata a áreas rurales remotas, propiciando el aumento de la productividad en la agricultura y en otros sectores y con implicaciones positivas para el acceso y la disponibilidad de alimentos”.

La moderna bioenergía puede ayudar también a los 1 600 millones de personas que en el mundo carecen de energía eléctrica en sus casas, y a los 2 400 millones que utilizan paja, estiércol y otros combustibles de la biomasa para sus necesidades diarias de energía. En conjunto, a la hora de tomar decisiones, los responsables políticos “deben garantizar que se da prioridad a las cuestiones de seguridad alimentaria”, subraya el documento. Asimismo, den el marco del estudio se presenta una crítica a la existencia de barreras comerciales que actualmente limitan la importación de etanol en algunos países.

En este sentido advierte que limitar las importaciones de biocombustibles producidos con mayor eficacia al tiempo que se exige en el propio país la combinación de biocombustibles y combustibles fósiles, puede sustraer más tierras de las necesarias a la producción de alimentos. Entre las implicaciones que conlleva para la agricultura en general, el estudio señala que “en el lado positivo, la producción de biocombustibles líquidos puede beneficiar a los campesinos al conferir valor añadido a sus productos. Pero en el aspecto negativo, puede producirse una concentración de la propiedad que expulse de sus tierras a los campesinos con menos recursos y les lleve a una mayor pobreza”. Posiblemente, “la economía de biocombustibles del futuro estará caracterizada por una combinación de diversos tipos de producción: grandes empresas con fuertes inversiones de capital, cooperativas de campesinos que compitan con las grandes sociedades y casos en los que los biocombustibles líquidos se produzcan en pequeña escala para el consumo local”.

“Independientemente del nivel de producción, una cosa está clara: cuanto más se involucren los campesinos en la producción, procesado y uso de biocombustibles, más posibilidades tendrán de compartir los beneficios”, señala el trabajo de la ONU.

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